Este blog cumple un mes. Ha recibido más visitas de las esperadas y ha producido pequeños acontecimientos en mi sensibilidad, tales como reencuentros con algunas personas que se ubican en mi recuerdo. En tanto que profesor, desde hace muchos años, soy testigo de los tránsitos de muchas personas que pasan por mi clase y se diseminan después por trayectos múltiples. El blog me ha ayudado a redescubrir a algunas de esas personas entrañables de mis pasados. Muchas gracias a todas las personas que se han parado aquí.
Asimismo, he sido bien recibido en la blogosfera, en particular por un grupo de médicos, varios de ellos blogueros experimentados y sólidos, que han recomendado Tránsitos Intrusos. En particular amantea de Elena Serrano. Un apoyo muy importante es el de Juan Gérvas, quien media hora después de editar la primera deriva diabética, me escribía para corregir erratas incluyendo una valoración. Asimismo, Juan ha escrito un texto, marca de la casa, en Acta Sanitaria, en el que se apoya el argumento de mi texto, desarrollándolo desde la perspectiva profesional médica. http://www.actasanitaria.com/opinion/el-mirador/articulo-ser-diabetico-o-tener-diabetes-ser-diabetico.html Más adelante escribiré sobre Juan Gérvas en tanto que representa un arquetipo personal poco frecuente.
El envés del blog es que en este tiempo apenas se han producido comentarios. Publiqué los tres primeros y he recibido después varios que hacían elogios sin aportar nada nuevo. Como he vivido y vivo en un estado de adhesiones inquebrantables, no publicaré nada en esa línea. Pienso que los comentarios tienen que aportar cosas, subrayar, matizar, enfatizar, desarrollar, formular dudas o preguntas, o suscitar objeciones o críticas. Espero que no me dejéis sólo aquí al estilo de las clases de la universidad. Pero la contrapartida es que he recibido en mi correo no pocos mensajes, algunos fantásticos, con algún comentario sustancioso.
En cualquier caso no me importa mucho el número. Recuerdo una lección soberana que hace años me dio un médico. Fui invitado a una mesa por el entonces gerente del Hospital Virgen de las Nieves de Granada. Me advirtió sobre la brillantez de uno de los ponentes, un médico del hospital Valme de Sevilla, destacado pionero de la Medicina Basada en la Evidencia, de la que, por cierto, años después pienso que es un arma de destrucción masiva de la medicina. Cuando me lo presentaron me dijo “de la universidad, entonces eres un degenerado”. Cuando le pregunté acerca del fundamento de este juicio sumarísimo me contestó diciendo que “durante mucho tiempo hablas de un tema que dominas a mucha gente que carece de interés por el tema, y así se genera una deformación”.
Por el contrario, comentó que “cuando una o dos personas se interesaban por sus temas, se generaban largas conversaciones en las que ambas partes intercambiaban y disfrutaban”. No es el número lo importante, sino la calidad del vínculo. La verdad es que me dejó, como dicen los castizos, muerto. Pero esta lección me ha proporcionado muchas energías para dignificar y llenar de sentido mi trabajo docente. Por eso disfruto con el blog, porque pienso que quien lo visita es por interés. Las recompensas en términos de papeles, certificados, créditos o bocadillos no tienen lugar aquí.
Supongo que a estas alturas ya habréis descubierto que detrás de esta pantalla se encuentra un ser analógico venido del pasado. El aspecto, a día de hoy, del blog expresa mi estado de infancia digital y de conectividad menguada. Espero que respetéis mis ritmos, pero es seguro que en un tiempo corto, este blog se vaya poblando de links, interacciones y elementos de la videosfera. No puedo dejar de citar a mis amigos Pablo y José Luis, jóvenes digitales que me ayudan con un sentimiento paternal.
Por último quiero contaros que lo estoy viviendo bien. Para mí representa una línea de fuga del mundo de las instituciones académicas, que experimentan una crisis de gran envergadura. Por eso voy a hacer hoy una analogía con una película de uno de los directores de cine influyentes en mi juventud, Françoise Truffaut. En su primera película, Los cuatrocientos golpes, presenta a un adolescente en el París de los años cincuenta, cuya trayectoria termina en transgresiones que le conducen a ser internado en una severa institución correctora. Truffaut desvela el mundo de su familia, la escuela y su entorno, que lo determinan como un ser humano desintegrado.
El vídeo es el final de la película, cuando Antoine Doinel escapa del correccional y en su fuga descubre el mar, en unas playas del norte de Francia, donde la bajamar produce un panorama asombroso, que remite en mi memoria al Cantábrico de mi infancia y de mis años de Santander. La libertad del mar en contraposición al encierro. Algo similar me ocurre a mí en mi fuga a Tránsitos Intrusos.
A mi también me gusta mucho Truffaut. Recuerdo cuando termine de ver Jules et Jim. Lo siguente que hice después...fue volverla a poner.
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