En la entrada anterior “Los señores de la fábrica de méritos” del 15 de enero, mostraba un email cuyo contenido representa muy certeramente la actual realidad universitaria, en la que los profesores somos convertidos en puntos de anclaje para congregar audiencias de estudiantes para las actividades de las élites académico-mediáticas. El antiguo bocadillo ha devenido en dos papeles para añadir a la cesta de méritos que se presenta a las agencias de evaluación. Distintos colegas me han confirmado que esta práctica es habitual en el paisaje cotidiano de la universidad, ahora definida como empresa, lo que implica entender a los estudiantes como compradores de méritos para facilitar su circulación en el largo y azaroso camino de la inserción en el mercado laboral.
Pues bien, parece que mi mensaje, que es como una botella arrojada al océano, ha contribuido junto a los mensajes de otros colegas a una moderada rectificación. He recibido por varias fuentes el nuevo correo de la segunda oleada de captación de este congreso. En el mismo hay algunos cambios significativos. Por un lado se elimina el aspecto más insólito, como es la proposición de aumentar las notas a los asistentes al congreso, de otro, se ofrecen unas sustanciosas segundas rebajas en consonancia con el final del empinado mes de enero. Pero los contenidos siguen mostrando, con una precisión desgarrada, la verdadera concepción que se tiene de los profesores y los estudiantes, como base que sostiene a unas élites académico-empresariales-mediáticas, que los reclaman como público financiador, además de productor del elemento simbólico más definitorio de la nueva sociedad del espectáculo: un fuerte aplauso.
Los cambios en síntesis son los siguientes:
- Se pide disculpas por no dirigirse de forma individual al profesor. Se dice que son miles y que por esta razón los mensajes se envían en grupos de 15-20.
- Se reitera en la finalidad de conseguir alumnos y para ello se propone que se les informe, así como se ofrecen descuentos para todos.
- Se enlista a los beneficiarios de esos descuentos: estudiantes / diplomados / licenciados / graduados / colegiados / profesionales / parados. Todas estas categorías se benefician de un 10% de descuento.
- Se sugiere que el profesor escriba el link en la pizarra y dedique dos minutos a dar información verbal.
- Se propone enviar el link a los alumnos actuales y a los de años anteriores.
- Se hace una nueva oferta consistente en: por acreditar cuatro alumnos matriculados, inscripción gratuita en uno de los congresos; por ocho alumnos, en los dos. Las palabras textuales utilizadas son “completamente gratis”. Esto representa una ventaja con respecto a la primera oferta de gratis total por acreditar la matrícula de 15 alumnos.
Las segundas rebajas mantienen el mismo concepto de los profesores y estudiantes como receptores pasivos de contenidos, que actúan movidos por su interés en el tráfico de méritos académicos. Lo que se ofrece es un papel canjeable que no remite a ningún contenido específico en términos de conocimiento. Pero esta campaña de grandes rebajas académicas tiene el mérito de expresar nítidamente algunos supuestos de la educación en el nuevo capitalismo cognitivo.
El contenido y las formas del mensaje son característicos del caciquismo. Ni siquiera trata de convencer mediante los contenidos del congreso y los beneficios para los participantes en términos de conocimiento adquirido. Se limita a mostrar las figuras académico-mediáticas, vendiéndolo como un bien de consumo, rebajando su precio y ofreciendo ventajas a los colaboradores en la congregación de los asistentes. De este modo opera siguiendo el modelo del caciquismo tradicional de origen agrario, reconvertido en el presente en caciquismo académico, imperante en no pocos feudos disciplinares.
La petición de disculpas inicial por no dirigirse en persona y ser integrado en grupos de 15 ó 20 es antológica y refuerza la idea del caciquismo. Sin dirigirse a un profesor personalmente le pide que le lleve alumnos a cambio de dos papeles. El desprecio subyacente a los profesores, entendidos como pastores de estudiantes, remite a las plazas de los pueblos donde los caciques contratan las cuadrillas para la realización de las labores agrícolas. Ahora se trata de reclutar cuadrillas cognitivas y las plazas han devenido en las aulas de los másters o últimos cursos de las ya declinantes licenciaturas. Me ha despertado la nostalgia por la revista Triunfo, que desde los años sesenta se ocupaba con humor y rigor de cuestiones similares.
Pero la identificación de los sectores beneficiarios de los descuentos es sencillamente prodigiosa, en tanto que revela el núcleo del proyecto de las reformas educativas. Los estudiantes, los graduados, los licenciados, los colegiados, los diplomados, los profesionales y los parados constituyen la masa cognitiva necesaria para configurar la base de la nueva producción inmaterial. Es la materia humana necesaria para cimentar las actividades de las empresas innovadoras, que además emplean a los trabajadores cognitivos seleccionados en los centros acreditados en el futuro mercado de máster. Las categorías citadas, constituyen la masa crítica requerida homologada en los grados universitarios, a la que se suman los contingentes de los másters que no hayan logrado alcanzar una inserción laboral de primer nivel.
Con toda franqueza, me niego a colaborar por los papeles que se ofrecen. Pero me lo pensaría si fuese compensado con algún bocadillo, pues éste se encuentra rodeado de un encanto especial para mi generación. Pero en este caso, la recompensa es más compleja. No sólo es necesario determinar la relación entre el número de bocadillos y estudiantes registrados, sino que, además, comparece una nueva variable esencial que hace los cálculos más complicados: el contenido de los bocadillos. En el pasado más de uno me ha engañado con bocadillos de mortadela de ínfima calidad. Pero si el bocadillo es de jamón ibérico, o de un buen embutido o queso, sería para sopesarlo. No obstante, aparecería una nueva dificultad: la homologación del contenido de los bocadillos. En el caso de que todos fueran iguales se generarían rencillas. Ahora entiendo la lógica del congreso, es mejor dar papeles, que son más homologables.
Excelente análisis, Juan. Un comentario se me ocurre a cuenta de tu frase, como cuestión de fondo que define el actual modo capitalista: ahora es mucho más importante la inserción de las personas en redes de relaciones jerárquicas (donde las posiciones respectivas miden el capital social, ya transformable en capital económico) que sus capacidades y conocimientos. Es la secular tendencia a que el valor de cambio, definido en el intercambio mercantil, sustituye al valor de uso; da igual la relación con el referente (las personas), lo valioso es la posición en una trama de relaciones (debidamente reconocido y homologado con diplomas o certificados que proporcionan los que deciden), cada vez más abstracta, cada vez más carente de contenido, cada vez más autorreferencial.
ResponderEliminargracias por el coemntario sustancioso Juan.
ResponderEliminarHagan boca con:
X FORO INTERNACIONAL SOBRE LA EVALUACIÓN DE LA CALIDAD DE LA INVESTIGACIÓN Y DE LA EDUCACIÓN SUPERIOR (FECIES)
25-28 de Junio, 2013
http://www.ugr.es/~aepc/XFORO/conferencias.html
La pretensión de la evaluación.
Antonio
Gracias Antonio por tu aportación. El fondo del texto que remites es la apología del mértito. Ciertamente es un mérito leer los títulos de los fragmentos que lo componen sin un texto de presentación. Los esforzados novicios del conocimiento aportan textos que se acumulan en un índice interminable.
ResponderEliminarLo mejor, en coherencia con el espíritu de la época es emitir un voto sobre el mejor. Es lo que voy a hacer.
Y MI VOTO ES PARA..."La formación de los docentes investigadores como base de la generación y el desempeño de las competencias transversales en los grupos interuniversitarios".
Este título suscitaría la envidia de Borges o Cortázar. Bien.
Además he llegado en el índice hasta uno que hablaba de las tutorías integrales. Como como pan integral me ha parecido una redundancia.
Sin comentario.